EL CHICO QUE PODÍA HACER DE TODO
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Probablemente, no será una gran sorpresa escuchar que Juan Tepoztón, El Chico Que Podía Hacer De Todo, no nació de forma ordinaria.
Empezó su existencia un día simplemente apareciendo en la cima de una montaña muy alta.
Un día no estaba en la montaña, y al día siguiente sí estaba. No visto y visto.
Juan no se quedó mucho tiempo en la montaña, y cuando llegó el momento de su partida, se acercó a su padre y le dijo que tenía miedo de salir.
Su padre le dijo que bajaría con él y que le cuidaría aunque tuviese muchos deberes que hacer allí en la montaña.
Juan sabía que su padre no permitiría que le vieran los seres inferiores de la Creación y no entendía cómo su padre podría abandonar la montaña.
Yo me disfrazaré y te circundaré, le dijo su padre.
Caminaré al frente y estaré un paso delante de ti, vayas donde vayas.
Si miras directamente por delante me verás, así te protegeré y cuidaré durante tu bajada a la Tierra.
Pero padre, si es así, dijo Juan, ¿cómo veré por dónde voy? Muy fácil, le contestó su padre: Yo me pareceré exactamente a dónde vas.
Pero padre, insistió Juan, ¿cómo veré por donde he estado? Yo me pareceré exactamente a dónde has estado, le contestó su padre.
Pero, ¿cómo veré a través de ti cuando la gente me hable? Le imploró Juan. Me pareceré exactamente a la gente que te hable, le explicó su padre. Simplemente contéstales como si estuvieras hablando directamente con ellos.
Padre, dijo Juan, entonces, me parece que realmente no descenderé de la montaña y que las cosas que veré al pie de la montaña, realmente no existirán. Y a la gente que conoceré realmente no existirán tampoco. Después de todo, una pintura de la cosa no es la cosa misma.
Ah, en este caso, le dijo su padre, la pintura de la cosa, es la cosa misma. Cuando bajes de la montaña, por supuesto descenderás de la montaña y verás muchas cosas variadas, y viajarás por muchas naciones distintas y conocerás a mucha gente y verás muchos animales y plantas. Tendrás muchas aventuras. ¡Ojalá que pudiera ir contigo!
Pero padre, exclamó Juan, ¿no dijiste que ibas conmigo y que me circundarás vaya donde vaya?
Sí, es cierto Juan, le dijo su padre, pero para mí no es la misma cosa. Cuando tú veas un árbol. En realidad, verás una parte de mí que te rodea a ti mismo, y cuando veas una piedra, también verás una parte de mí que te rodea.
Pero mientras tú ves estas partes de mí, yo no veo el árbol. Yo no veo la piedra. Todo lo que veo hijo, eres tú. Y por supuesto, también veo fuera de mi mismo.
Bueno padre, dijo Juan de manera pensativa, ¿qué hay fuera de ti? Bueno, sabes a qué se parece todo cuando estás conmigo en la montaña, su padre le recordó.
Sí padre, dijo Juan. Se parece a eso exactamente, le dijo, incluso más aún.