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La Vocación de la Música Interna
Antes de los 17 años de edad, no había hasta el momento ninguna profesión o estilo de vivir que me llamara en la vida, tenía por lo tanto un vacío existencial esperando en donde ubicar mi existencia.
A los 17 años de edad conocí a un grupo de amigos en el barrio de mis abuelos paternos, los cuales eran aficionados a la música, tanto en la escucha como también tocando guitarra.
Un día en una plazoleta del barrio, había tocando alguien que era el hijo del dueño de una tienda de ropa muy cerca de donde él estaba con la guitarra, me aproxime y me encantó la sensación que sentí, al escucharlo tocar.
Al terminar un fragmento de una canción, Paco que se llamaba, nos dijo a todos, que vendía la guitarra que estaba tocando en ese momento, a lo cual yo le respondí sin ni siquiera pensarlo, yo te la compro si me enseñas a tocar el fragmento de melodía que estabas tocando en este momento, a lo cual me respondió afirmativamente.
Me enseñó la melodía, la cual era un fragmento de la película de “Jesus Christ Superstar”.
Con la guitarra empezó para mí una nueva vida, y desde entonces siempre he tenido una guitarra entre mis manos, esto es estuviera donde estuviera, y fuera a donde fuera, yo siempre iba con mi guitarra a todas partes, lo cual me brindaba la oportunidad de improvisar, componer y por supuesto la de tocar con todos aquellos que en el día a día surgiera la oportunidad, así como también el poder tocar la guitarra en cualquier lugar que me apeteciera en cada momento, aunque no era habitual encontrar a alguien que como yo la llevara encima siempre consigo.
Conforme pasaba el tiempo, me quedaba muy claro, que yo lo único que quería era estar en la música, de la manera que sea y haciendo lo que fuera, pues me vivía músico, ¡era músico!.
Como le pasaría a cualquiera, la edad, el socializar y las relaciones llamaba al gasto, y por lo tanto la necesidad de una economía, lo cual requería de un trabajo.
Desde muy muy joven, ya empecé a trabajar en una bodega, luego fui camarero, estuve de dependiente en una tienda de ropa, atendía a los clientes y puede aprender un poco a cortar tela, hice artesanía (pendientes de hilo, bicicletas de alambre, muñecos para los niños…), estuve en una carpintería y también en zapatería como dependiente y en almacén… Pero aun estando trabajando, llegó un momento que me di un tiempo de no más de dos años, para dedicarme a la música de manera definitiva.
Una llamada de un amigo que estaba en Ibiza, me llamó diciendo que teníamos la oportunidad de poder conocer y estudiar gratuitamente con alumnos de Chick Corea (Jazz), Herbie Hancock (Jazz) y Miles Davis (Jazz)… Y poder estudiar armonía y Jazz, así como conocer a músicos profesionales de muchas partes del mundo.
Sin pensármelo dos veces, cogí la guitarra y una bolsa, un billete de barco y marque mi destino a Ibiza, allí estudiábamos todo el día, ya que las conversaciones, convivencia con artistas de todas partes y los contenidos, trataban constantemente de música y artes, armonía, arreglos, conciertos… Y no era solamente hablar sino practicar, ensayar, convivir… era de película, estabas comiendo con unos artistas y por la tarde tocando en una cala entre 50 turistas y hippies mientras que tomaban algo de beber y comer, ibas a dormir a una casa que habías conocido esa noche y por la mañana estabas estudiando jazz debajo de los pinos, comías en una casa de músicos de New York y por la tarde meditabas con unos músicos macrobióticos de Europa… y así en cada instante, mucha riqueza, mucho arte.
Mi nivel musical por entonces, no alcanzaba ni para afinarles las guitarras a ninguno de ellos, pero mi actitud personal y manera de ser, me hacía lo suficientemente armonioso con ellos como para no molestar, además de colaborar en lo que pudiera ayudarles y favorecerles en el día a día en lo que fuera necesario, pues enseguida me di cuenta, que estaba viviendo un verdadero privilegio.
Para mí todos y cada uno de ellos, eran como estrellas de discos, todos tocaban genial, de tal manera esto era así, que cualquiera de ellos en un concierto en directo, sin pronunciar palabra, se subían al escenario y se ponían a improvisar, todo sonaba tan bien que parecían que formaban parte del grupo, eran realmente muy buenos músicos.
Tal fue mi formación durante ese año y poco más, que cuando volví a Barcelona me examine en el Sindicato Profesional de Músicos Españoles SPME (entonces había un examen teórico y de instrumento, para poder ser reconocido), tras la prueba de nivel, pude obtener el carnet de músico profesional, el cual me abrió muchas puertas, hasta tal punto, que estuve dando clases como profesor de música y guitarra en un centro privado en Barcelona con no más que mi formación musical autodidacta y la acreditación de este carnet de músico profesional, ya que para ellos era más que suficiente.
Aquellos años, eran otros tiempos, donde la formación y la experiencia demostrada, abría las puertas de par en par… ¡qué tiempos aquellos!
Había mucha “competencia”, para todos aquellos que nos dedicábamos a ofrecer lo mismo, y más en una ciudad como Barcelona, tanto tan bueno y de todo, así pues, había muchos dando clases, esto es para aprender a tocar guitarra, cantar canciones, enseñar acordes, ritmos…
Para abrirme un poco de camino, me puse a ofrecer clases particulares, pero yendo yo a la casa de los demás y cobrando un precio muy accesible, lo cual se hacía muy atractivo para la gente en general, lo que me favoreció en poder encontrar rápidamente los suficientes alumnos.
Pasó no más de un año, y tenía los suficientes alumnos como para atreverme a conseguir una vivienda de alquiler, y con esto enseguida el empezar a proponer el dar las clases en mi propio domicilio, y al gustar tanto mi manera de enseñar a los que estaban confiando en mí, no les costó nada en que todos sin excepción vinieran a casa.
Mi manera trascendente en vivir la vida, me hizo descubrir a la Musicoterapia, en la cual profundice y me fui especializando, y es en una de tantas veces en la sintonía de esta manera terapéutica en vivir la música, cuando alguien me invitó a un Congreso internacional, en la que conocí a una ponente que para mí sobresalía de todos los demás por su trascendencia en cómo relacionaba la música a la vida.
Resultó ser la alumna más destacada de Felipe de Torres del Solar, la cual me invitó a pasar una semana con ellos en una casa que tenían en Alcanar.
Después de esta semana con ellos, donde pudieron ayudarme en mi salud, mucho más de lo que yo me pudiera imaginar, al mismo tiempo mi interior y mi mente se abrieron de una manera extraordinaria a la vida, y por añadidura a la música. en concepción, sencillez y holística.
Creo que este momento, marcó el inicio de la Música Interna, y de manera muy rápida se empezaron a despertar sus asignaturas y el desarrollo de la enseñanza musical artística universal de creación.
Fue un despertar a la holística universal creativa, dónde empecé a vivir la música en todas partes y estados, en la filosofía, la meditación, la salud… era capaz de inspirarme y encontrar como arquetipo, la misma sabiduría o conocimiento que encontraba en algo, y de inmediato lo aplicaba a la música, y se convertía en un magisterio práctico y directo, renaciendo en mi vida una pedagogía precursora y sobresaliente, en lo que se refiere a eficacia e inspiradora.
Felipe de Torres me dijo: Si descubres algo, sea magisterio, investigación… Cualquier cosa que creas como descubrimiento, ves de inmediato a ver si lo encuentras también en la naturaleza, si lo ves, vas bien, y si no, es que te falta madurarlo.
Cuando busco nombres que representen contenidos, proyectos o cualquier presente, normalmente es muy evidente, directo y obvio.
La primera de las dos palabras es evidente, música.
La segunda la llame interna, pues reconocí como esencia inspiradora del magisterio que vivía y estaba ofreciendo, era la de despertar, señalar e invitar a renacer la música interna que en cada ser sin excepción habita y vive.