Nos conocimos en la Escuela Internacional “l'Aula de Música Moderna i Jazz” de Barcelona, eran tiempos de estudio, compartir con músicos de todo el mundo, instrumentos de todo tipo, y un ambiente musical extraordinario.

Ramón estaba varios niveles más evolucionado, pero no por ello llegó a ser ningún impedimento para las relaciones y el compartir humano y musical, como no lo era para la mayoría de músicos en esta Escuela.

Muy pronto llegamos a conectar, y nos hicimos amigos casi de inmediato, pronto estábamos en la casa uno del otro, compartiendo improvisaciones, composiciones, comidas, familia…

Ramón me enseñó fundamentos muy prácticos en como compartir como músicos, teniendo niveles tan distintos.

Él por entonces tocaba guitarra y sus composiciones y arreglos, eran para mí de gran nivel, él me orientaba, me daba recursos en la interpretación y compartíamos composiciones.

Un día me expresó claramente, “Manuel, sé cuáles son tus composiciones y las que no lo son, tienes un estilo”.

Esto es maravilloso, poder tener un estilo de componer, pues llegas al punto de estar aportando una esencia original, una fuente creadora que se distingue.

Así compartíamos a menudo en este compartir de músicos.

Ramón desde siempre fue muy humilde, me refiero que no alardeaba, no necesitaba ser mas en nada, sino que amábamos la música por igual, y esto nos unía.

Gracias a su amistad y generosidad de aquellos años, pude integrar experiencias que únicamente con músicos más evolucionados puedes renacer, ya que ellos te muestras una evolución y conocimientos que están formando parte de su vivir.

Gracias amigo, gracias por tu amistad y generosidad.

Un día de estos, volvemos a compartir composiciones, improvisaciones, sonrisas…

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